• 02 DIC 19

    Mi hijo aprieta los dientes: ¿Debo preocuparme?

    Entre el 20 y el 30 % de los niños españoles sufre bruxismo infantil

    Apretar y rechinar los dientes suele ser mala señal. El bruxismo o apretamiento dental, ya sea durante el día o la noche, se ha convertido en un problema que, en el caso de los adultos, debemos tratar ante la primera señal de alarma. Sin embargo, cuando se da en la infancia podemos considerarlo un proceso natural hasta cierto punto… Si nuestro hijo aprieta los dientes, ¿en qué momento deberíamos empezar a preocuparnos?


    Aunque el bruxismo puede aparecer a cualquier edad, es un fenómeno frecuente en la infancia, normalmente a partir de los 4 años. Un 10 % de los menores de 7 años lo sufre; un porcentaje que se incrementa hasta el 30 % entre los 7 y 11 años. En estas edades, el bruxismo no suele ser considerado una enfermedad, sino un proceso natural que estimula la formación muscular y ósea de la cara y ayuda al desarrollo de los dientes. Por lo general, este apretamiento dental desaparece progresivamente con la aparición de los dientes permanentes.


    ¿Debe tratarse el bruxismo infantil?

    En principio no es necesario ningún tratamiento. Sin embargo, si el bruxismo persiste durante la adolescencia, es muy recomendable acudir al dentista ya que podría provocar una serie de problemas, como dolor e inflamación de la mandíbula, dolores de cabeza y oído y desgaste en los dientes.


    El dentista u ortodoncista valorará si es necesario tratarlo y, en caso afirmativo, el tratamiento dependerá de cada paciente. Normalmente, si el niño es muy pequeño, se le puede colocar una especie de plaquita de plástico (férula) que recubre los dientes superiores y evita que se desgasten al apretar o rechinar, además de repartir mejor la presión entre todos los dientes y músculos de la boca.


    ¿Por qué mi hijo aprieta los dientes?

    Al igual que ocurre en el caso de los adultos, el bruxismo infantil puede estar provocado por un conjunto de causas físicas y psicológicas. Entre las primeras, tenemos la caída de los dientes de leche y la aparición de los definitivos, o una mala mordida que impide cerrar correctamente la mandíbula (maloclusión). Este último supuesto suele atajarse con tratamientos de ortodoncia u ortopedia dentofacial. 


    Entre las causas psicológicas encontramos todos aquellos trastornos o situaciones que desencadenan ansiedad, nerviosismo o estrés, como la hiperactividad, hábitos como morderse las uñas o cambios en la vida del niño (mudanzas, entrada en la guardería, separación de los padres, etc.). Es importante evitar o minimizar estas situaciones, recurriendo a otros profesionales sanitarios, como psicólogos o psiquiatras, en caso de que fuera necesario.

    + info: Tratamiento del bruxismo